Fotografía de Víctor Carrillo
Los demás se preguntan
por qué
me observo en el vacío de enfrente.
La pupila bloqueada.
Las grietas. Los surcos.
Las costras.
Poso un pie encima del otro;
tiemblo durante diez minutos.
No podré continuar
con la piel cubierta de costras
durante mucho más tiempo.
Espero.
Pero no llega ningún viento
que me mande de nuevo a casa.
Las costras me devoran.
Un día me convierto en una estatua.
4 comentarios:
[recolhidas do vento as rugas, na pele, na letra
guardam-se crostas, como se foram pequenos corações do mundo, resguardados no corpo]
magnifico o momento,
um abraço, Ana
Leonardo B.
Es el frío, claramente :)
pero no llega ningún viento que me mande de nuevo a casa...
qué maravilla!
llegará.
10 abrazos :)
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